El domingo 27 de noviembre de 2022 comienza el nuevo año litúrgico con el inicio del Adviento. Este tiempo litúrgico, que nos llevará hasta el 24 de diciembre, es el anuncio de la venida del Salvador. El Adviento nos renueva cada año y nos introduce en la Navidad y en su Misterio. El Adviento, en los tiempos que vivimos, se hace especialmente imprescindible porque es un momento de espera y esperanza, de reflexión y de conversión, de cambio de actitudes y de vida nueva.
La esperanza cristiana y nuestro cambio de actitudes, la conversión, debe manifestarse en el día a día. El Adviento es un tiempo privilegiado para empezar a cambiar. Muchas veces estamos tan enfrascados en el día a día, con tan poco tiempo para los demás e incluso para nosotros mismos, que no damos el espacio necesario a la reflexión, a la oración, a hablar con Dios de lo que nos sucede o deseamos. Y como la oración es inseparable de las buenas obras: es tiempo de cumplir las promesas. De actuar.
Dios nos visita y este encuentro debe ser verdadero. Los cristianos esperamos su venida y él espera nuestra respuesta.
Dios quiere instalarse en nuestras vidas y para ello debemos dejarle entrar. Detengámonos por un momento para poder sentir su presencia. Las prisas, el trabajo, los hijos, los quehaceres cotidianos no nos dejan tiempo para contemplar que el Señor está presente.
Por ello, en este tiempo es necesario estar atentos y vestirnos de Amor, esperanza y caridad. El adviento es una oportunidad para dar lo mejor que tenemos. Viene a estar con nosotros un Dios de encuentro.
Sin embargo, vivimos en un mundo donde a nadie le gusta esperar. Donde todo es instantáneo. Donde queremos respuestas al instante. Donde evitamos una espera, que desespera.
Pero, casi todo lo que merece la pena, va precedido de una espera. Porque sin espera no hay esperanza. ¡Ven, Señor! Feliz tiempo de Adviento.