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Un chico normal y corriente

Recuerdo una persona que contó que su padre había sido compañero de Faustino y, cuando supo que estaba camino de los altares, su expresión fue rotunda: “¿Ese? ¡Pero si era un chico normal y corriente!”.

¡¡Exacto!! Creo que justo es eso lo que nuestro querido José María Salaverri se empeñó tanto en transmitir, y por eso contaba habitualmente aquello de que le gustaba el fútbol, que era del Valencia, que tenía exámenes, que pasaba el verano en Jávea con sus primos, y todas esas cosas que tantas veces le hemos escuchado y que parecían simples adornos o anécdotas de la vida de Faustino.

Pero no, no eran adornos, porque esa era SU vida. Y es que en Faustino vemos la santidad que Dios quiere para nosotros: decir sí a Dios y a todo lo bueno en las cosas pequeñas y normales que forman nuestros días, porque esa es NUESTRA vida.

Porque la vida que llevamos ni siquiera nos permite hacer grandes y visibles gestas, aquellas que parecen reservadas para los “verdaderos” santos. Por eso, lo nuestro es seguir sembrando semillas del Reino, como diminutos granos de mostaza, allá donde estemos, en lo pequeño, en lo cotidiano, incluso a veces en lo tedioso. Porque nuestro Padre, “que ve en lo secreto, nos lo recompensará”.

El viernes 3 de marzo es el aniversario de la muerte de Faustino. Nuestra comunidad le pide, con especial fuerza y fe, y con todo el cariño, que interceda por todos nuestros enfermos y sus familias. Nosotros seguimos firmes y unidos en la oración por ellos.

Faustino (con el balón), entusiasta del fútbol, junto con su primo Carlos, en 1958


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