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Último adiós a José María Salaverri Sm: «Mereció la pena y soy feliz»

José María Salaverri, Sm, falleció el pasado 1 de febrero de 2018 a los 92 años después de una larga enfermedad de cáncer que nunca le quitó el ánimo ni la sonrisa. El Padre José María era amigo de Jesús, fiel compañía de María, sacerdote Marianista y fue durante muchos años profesor y director en este nuestro colegio; además de, entre muchas otras cosas, servidor de sus hermanos y de la Iglesia como superior general de la Compañía de María – Marianistas.

José María Salaverri Sm

El funeral estuvo presidido por P. Manuel Cortés, Sm, superior general de la Compañía de María – Marianistas; P. Miguel Ángel Cortes, Sm, superior provincial de la provincia de España; y el vicario episcopal de Valencia P. Miguel Díaz Valle. Además de los numerosos hermanos y sacerdotes marianistas y amigos, que acudieron desplazándose desde distintos lugares de España.

Que era una persona carismática, querida por muchos y admirada por todo el que le conocía lo demuestra la cantidad de mensajes de condolencias, agradecimientos, comentarios, y muestras de cariño que se han dejado en diferentes momentos y lugares desde que faltó el pasado jueves.

José María se prodigó, no sólo en la comunidad colegial, sino en otros muchos círculos eclesiásticos e institucionales donde era toda una referencia, además de ser un prolífico escritor, siempre desde una sencillez y humildad encantadoras.

Posiblemente nunca la capilla (las capillas) del colegio estuvieron tan llenas de gente como para despedir a José María en su funeral del sábado 3 día de San Blas, que hasta el amplio recibidor del colegio estaba completo, y los pasillos y la capilla de su venerado Faustino, de gente que vino a despedirle escuchando las palabras que había dejado preparadas… ¡desde hacía 10 años! Hasta los cantos y las lecturas los tenía escogidos con antelación. Así era: previsor hasta el final, dejó todo atado y bien atado hasta el último detalle, como el que prepara una gran fiesta para muchos invitados.

No podríamos expresar mejor la humanidad de su persona que con las palabras que su hermano de comunidad Rafael Eguíluz, Sm, preparó y leyó para la acción de gracias después de la comunión; y que recogen el sentir de muchos:

Gracias, Señor, por la Eucaristía. Gracias, Señor, por tu Cuerpo, que es tu Vida en nosotros. Gracias, Señor, por tu amor y por tu misericordia.

A nuestra acción de gracias, Señor, unimos hoy un motivo más: Gracias por la vida del P. José María; gracias por su testimonio de vida Marianista; gracias por todo lo que nos has dado a través de él.

Es mucho, Señor, lo que nuestro hermano José María ha aportado a la Iglesia, a la Compañía de María, a la familia Marianista , a su familia y a mucha gente a la que sirvió con sencillez y ayudó a crecer.

Charo, Nieves,  Fernando, hermanos de José María que estáis aquí presentes; con qué cariño hablaba de  vuestros padres; con frecuencia, vosotros y su familia, érais tema de nuestra conversación.

En la reunión de la comunidad de este lunes pasado nos decía: «sabed que he sido feliz siendo Marianista. He desgastado mi vida al servicio de María; he intentado conocerla, amarla y servirla; Ella ha sido la Estrella de mi vida».

José María no se jubiló, ya lo sabemos. Muchos le hemos conocido en la misión que ha llevado a cabo en Valencia en los último 26  años de su vida que los ha pasado aquí.

Sabed que he sido feliz siendo Marianista. He desgastado mi vida al servicio de María (...) ha sido la Estrella de mi vida

El escritor, no Marianista, Jorge Sans Vila, en uno de sus libros, cuando habla del P. Chaminade dice: «Los Marianistas siguen contando la vida del P. Chaminade. Por aquello de que los hijos se parecen a sus padres yo, cuando pienso en el P. Chaminade, siempre lo veo con la cara del P. José María Salaverri».

Su gran amor a María ; su espíritu de fe; su pasión por la Iglesia y por la verdad; su servicio humilde y desinteresado; su ejemplo de fidelidad, su interés por los santos y por la santidad… son actitudes que todos hemos reconocido en él. También su optimismo: si le preguntabas «qué tal estás», su respuesta siempre era: ¡bien!.

Creo que muy bien podemos aplicarle las palabras del beato Carlos de Foucauld. Escribió: «Mientras el mundo busca la fama, yo busco el anonimato; ellos buscan riqueza, yo pobreza y debilidad; muchas personas aspiran a ser grandes, por mi parte, yo elijo la pequeñez…; a veces veo a la gente caminando en una dirección y yo me veo en la contraria; pero no soy el único, hay otros conmigo; el primero de la fila es Jesucristo que nos abre el camino acompañado de su Madre».

En esta acción de gracias al Señor también quiero daros las gracias a todos por vuestra presencia aquí, por vuestra oración , por vuestras palabras de solidaridad cristiana y de forma especial a muchos de vosotros y a otros que no han podido venir: ¡Cuántas atenciones habéis tenido con él!

Yo, cuando pienso en el P. Chaminade, siempre lo veo con la cara del P. José María Salaverri

Le habéis atendido en sus enfermedades y dolencias; le habéis ayudado, traído y llevado, le habéis acompañado y visitado; le habéis dado mucho ánimo. Le habéis servido. Le habéis hecho mucho bien. Gracias por vuestro cariño, por vuestro servicio, por vuestro apoyo al P. José María.

P. José María: sentimos la pena de tu partida a la casa del Padre, pero a la vez la alegría y la esperanza de saber que sigues con nosotros. Tal como nos has prometido: ¡Intercede por todos; ayúdanos desde el cielo!

Unido a Faustino pide  con María al Padre para que en tu colegio del Pilar, y en otros lugares, surjan vocaciones Marianistas. Que el regalo de tu vida, dé, entre nosotros, frutos de santidad y vocaciones.

Gracias, Señor, por la Eucaristía. Gracias, Señor, por tu amor. Gracias, Señor, por el regalo de la vida de José María.

Y como tú nos dices al final de tu carta de despedida a la comunidad, “Hasta el cielo”.

Una vida consagrada a María

José María dejó escrito hace años su testimonio de Vida Consagrada en el que expresa de propia mano toda su historia vital:

Nací en Vitoria el 25 de marzo de 1926, fiesta de la Anunciación. Vivíamos en París pero mis padres querían que sus hijos nacieran en España. A los 8 años ya quería ser sacerdote: nunca lo dudé. Fue Hitler quien me hizo marianista. No los conocía. El 2 de septiembre 1939 estalla la Guerra Mundial, estando de vacaciones en Vitoria. Mi madre y hermanos quedamos allí y mi padre volvió a Francia. Me mandaron al Colegio Santa María (Marianistas).

A los 8 años ya quería ser sacerdote: nunca lo dudé. Fue Hitler quien me hizo marianista.

Al terminar el bachillerato me fui al noviciado de Elorrio. Llevo 66 años de marianista. Mereció la pena y soy feliz. «Ser instrumento de María…» Al poco tiempo de empezar mi noviciado, en noviembre de 1943, al pensar en mi futuro, empecé a darle vueltas: ¿Seré capaz de ser un buen profesor? ¿Un sacerdote que merezca la pena? Tenía 17 años, era bastante tímido, tenía un defecto de dicción, herencia de mis años franceses… Un día descubrí una frase del padre Chaminade: «Somos de una forma especial los auxiliares y los instrumentos de la Santísima Virgen… en la obra de la santificación del prójimo». Fue una luz. «Ahí está la solución», me dije. Hice una novena a la Virgen para ponerme en sus manos. La terminé el 3 de diciembre. Lo recuerdo pues era la fiesta de san Francisco Javier que tanto admirábamos. Ese día hice un “pacto”, un “contrato”, con la Virgen. No lo puse por escrito, pero más o menos era así: «Mira, Virgen María, como voy a ser tu instrumento, te pido que lo manejes tú, que no me salga de tus manos. Me comprometo a hacer todo lo posible para que el instrumento sea bueno, aprovechando los talentos que tu Hijo me haya dado. Si las cosas salen bien, el mérito será tuyo, no mío. Si sale mal, pues paciencia y a ver donde está el fallo, pero sin desanimarme.» Pensándolo bien ¿no es eso un aspecto concreto del «Haced lo que Él os diga» y de la alianza con María de Chaminade?

En ese momento no me daba cuenta. El “contrato” me ha valido y me sigue valiendo. Me ha dado siempre paz. Se fue el defecto, la timidez fue disminuyendo, y he procurado en cada cosa, pequeña o grande, echar la mirada hacia Ella. No siempre ha resultado fácil. En el Seminario unos cuantos nos propusimos un plan apostólico, sencillo y exigente, que llamamos “R”. Fue la ocasión de reforzar el pacto. Porque allí se hablaba de “Jugarse el tipo”, “Aceptar responsabilidades”, “Encajar”…

He procurado en cada cosa, pequeña o grande, echar la mirada hacia Ella. No siempre ha resultado fácil.

Y empezaron a llegar ocasiones: con 31 años, director de El Pilar de Valencia. ¡Qué susto! Pero «Tú sabrás, Virgen María. Te toca dirigir bien el instrumento». Un momento difícil: mi envío a 107 ” Colombia en medio de una “noche oscura”. Fiel al pacto acepté… por Ella, aunque me parecía que ni existía… Vino la paz y fui feliz. Luego más ocasiones, a veces yendo adelante “arrastrando las tripas”, como decía el padre Domingo Lázaro. Pero, a pesar de todo, contento: Ella no ha fallado. De muchos errores me ha salvado este pacto renovado al día. Ante todo por el inmenso amor a la Iglesia que genera el estar en manos de la que es su “madre y figura”. En manos de María sí, pero por eso mismo incondicionalmente en las de la Iglesia. Instrumento de ella. «Siempre habrá personas… demasiado jóvenes para ser sensatas, demasiado generosas para ser cautas, demasiado inteligentes para ser humildes…» Eso decía, con cierta tristeza, el beato John Henry Newman. Y añadía que eran las más expuestas a dejarse llevar por las ideas y partidos de moda. A través de mi vida he visto personas buenas despistarse por alguno de estos tres peligros. Creo que mi “contrato” con Ella me ha librado de ellos.

Pero no me libro de mi tontería. Confieso que me gusta quedar bien y cuando algo tiene éxito o me alaban, me viene casi espontáneo pensar lo listo que soy. Menos mal que en un segundo momento me vuelvo a Ella: «¡Qué tonto soy! ¡Perdóname! Si ha sido cosa tuya…» Y cuando algo no sale me desanimo, me siento mal… pero, de pronto llega un segundo momento. «Virgen María, perdona. Soy un tonto. La próxima saldrá mejor».

Después de tantos años tendría que estar ya limpio de egoísmo, de vanidad, de desaliento, de tontería. Pues no hay manera, y me temo que esa lucha me acompañe hasta el final. Menos mal que están esos “segundos momentos” en los que Ella, que cumple el pacto mejor que yo, se ríe de mí. Y procuro hacerlo yo también. Lo malo es que este “instrumento”, por los años, está ya un poco herrumbroso. ¿Habrá quién tome el relevo? ¡Es tan bueno es estar consagrado a Ella!

José María Salaverri, Sm, «Testimonio de Vida Consagrada»

José Mª Salaverri, Sm, en ese momento director del colegio, y el Padre Paul J. Hoffer Sm, superior general de la Compañía de María, bendiciendo la Virgen del Patio original en el Colegio El Pilar (Valencia)
Como Superior general de los Marianistas, con Juan Pablo II
José María, con los alumnos del Colegio del Pilar
«¡Es tan bueno es estar consagrado a Ella!»
Escritor incansable hasta el final
Primer valedor de la causa de beatificación de Faustino
Contestando emails, escribiendo libros, pensamientos...

Fotos: Víctor Gutiérrez (Paraula), Justo García
Acción de gracias: Rafael Eguíluz, Sm



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