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La escuela de la Rue des Menuts: 200 años de educación marianista

Acabando el año 2019, la Compañía de María celebra sus 200 años de presencia en el mundo educativo.

Su inicio fue muy modesto, en la rue Des Menuts, tal día como hoy 3 de noviembre pero en el año 1819 en Burdeos (Francia), con quince alumnos y un grupo de profesores constituido casi exclusivamente por religiosos.

Tenemos que estar contentos y agradecidos a Dios porque la actividad escolar de la Compañía de María, fundada por el Padre Chaminade, posee hoy una gran y rica tradición. Los colegios marianistas están implantados en los cinco continentes, al servicio de 112.155 niños y jóvenes, y cuentan con 7.883 educadores para acompañarlos, contagiándoles su humanidad a propósito (parafraseando al filósofo Savater), para que «lleguen a ser plenamente lo que son: humanos».

Que el fundador el Beato Guillermo José Chaminade dedicó buena parte de su vida a trabajar en la educación formal es algo que todos podemos conocer: desde sus comienzos en Mussidan, impartió clases como profesor de matemáticas, ciencias físicas y filosofía, fue ecónomo y capellán.

Todo ello contribuyó a perfilar una visión educativa que transmitió a los primeros educadores y la puesta en práctica de la tradición educativa que es la nuestra hoy día.

Ya en el Consejo de la Compañía de María del 2 de septiembre de 1819, se recoge que «desde las primeras conversaciones se estableció como principio que el [Instituto] tendría como principales obras la educación de la juventud de la clase media, las misiones, los retiros y el establecimiento y dirección de las congregaciones».

97

instituciones educativas

112155

alumnos de todas las edades

7883

profesores y maestros

La primera misión de la SM: la educación. La “Pensión Auguste”

El proyecto primitivo de la Compañía de María era la misión universal. No estaba pensada la educación como misión propia ni exclusiva. Lo que sí tenían claro es que estaban en continuidad de espíritu y misión con la Congregación de la Inmaculada: al servicio de la formación en la fe, del Evangelio, en Iglesia, con formas nuevas (“nova bella”) y teniendo a María como signo de consagración, formación y misión. Esas eran las “señas de identidad” de la SM naciente.

Los congregantes dirigían una colegio en la calle “Menuts”, nº 51 (“Hermanos Menores” o Franciscanos). Era la “Pensión Estebenet”. La comunidad fundacional SM deja la casa de Impasse de Segur y se traslada junto al colegio, en la calle Menuts. Auguste, Lalanne y Collineau ya estaban trabajando en la “Pensión Estebenet”, como profesores. En 1818 Estebenet deja el colegio para trasladarse a otro lugar de Burdeos y propone a la comunidad SM que compre y se haga cargo del colegio. La operación culmina en 1819, y con el nuevo nombre de “Pensión Auguste”, se convierte en el primer colegio SM de la historia y segunda residencia de la comunidad fundadora. Esta segunda casa la encontramos en el nº 53: es un “edificio Luís XVI” que lleva todavía en su puerta las iniciales originales: R.L.

Rue des Menuts, Burdeos
El colegio de la calle Menuts: la “Pensión Auguste”, primero colegio de la Congregación seglar y luego de la SM.

La “Institución Santa María”, el primer gran colegio de los Marianistas

La Institución Santa María es el gran colegio de los orígenes. En 1824, ante el éxito de los primeros SM en la calle Menuts, y la falta de espacios en ese edificio, para atender las necesidades educativas, el P.Chaminade compra el palacete Razac en la calle Mirail 32-35 (hoy 41-47). Allí serán directores, primero Auguste y luego Lalanne. Y la calle Mirail marcará ya un estilo típicamente marianista en la educación que se extenderá por todo el mundo.

Sin embargo, Lalanne en 1835 decide trasladar el colegio a la abadía de Layrac (cerca de Agen). Aquello resultó un fracaso económico, y causó muchas preocupaciones al P.Chaminade. Empezaba la larga historia de un Lalanne brillantísimo como educador, director, investigador y pedagogo, y un pésimo gestor y administrador.

Grabado antiguo del colegio (publicado en “L’Apotre de Marie” la gran revista internacional SM de la primera mitad del siglo XX)
El palacete Razac, donde estuvo la “Institución Santa María”

Lo cierto es que tras la experiencia fallida de Layrac, volvió el colegio a Burdeos. Pero a finales de siglo, en 1894, la SM lo trasladó a la finca de Cauderán: es el actual Colegio marianista Grand-Lebrun, que podemos encontrar en la calle Charles de Gaulle 164, bastante apartada del centro. La manzana del colegio delimita también con la calle del escritor Francois Mauriac, antiguo alumno del centro.

El liceo Santa María Grand Lebrun, en la actualidad
El colegio Grand Lebrun en la actualidad, un colegio que puede ser muy parecido el nuestro.

Esta es brevemente la historia de la primera obra educativa marianista, que tuvo lugar en Burdeos. Luego llegaron muchas más: colegios, escuelas, institutos, universidades. Los primeros Marianistas no llegarían a España hasta 68 años después, cuando fundaron el colegio católico Santa María (hoy SUMA Aldapeta). La nuestra, el colegio Ntra. Sra. del Pilar, llegó casi 116 años después a Valencia. Como comprobamos, un camino de larga trayectoria y de amplia tradición, con un estilo marcado desde sus orígenes, que ha costado mucho esfuerzo e inversión. La educación de las personas ha sido y es una misión prioritaria de la Compañía de María.

Una visión de la escuela, del alumno y del educador

Chaminade tiene la convicción profunda de que la Compañía de María sólo abrirá escuelas para asegurar la educación es decir, para «insinuar la religión en el espíritu del corazón de los hombres y llevarlos así, desde la tierna infancia hasta la edad más avanzada, a la profesión ferviente y fiel de un verdadero cristiano…» (Art. 251 de las Constituciones de 1839). Enseñamos para educar.

En la Francia de comienzos del siglo XIX Chaminade intuyó que era necesario otro ambiente social o institucional en el que la fe pueda desplegarse por medio de modelos de fe apostólica adultos y atrayentes. Los alumnos formados de esta manera, terminado su tiempo en la escuela, podrían poco a poco, año tras año, recristianizar y transformar sus familias y por tanto la sociedad. Este ambiente alternativo era la escuela. «La educación solamente se puede dar al tiempo que la instrucción» (Constituciones de 1839, Artí. 266)

Y para ello insistía continuamente en una visión de los alumnos en las que se debía, al mismo tiempo, llegar a todos adaptándose a las diferencias, como Dios lo hace, y prestar atención a cada uno que merece y necesita. Ahora puede parecernos una obviedad pero en la época suponía una marcada diferencia.

Los responsables de esa forma de educar, los educadores y maestros, por tanto, debían tener la certeza de que el objetivo de su enseñanza o instrucción es la educación, es decir, el cultivo de un carácter cristiano en sus alumnos. Esta intención fija no se podría lograr por los miembros de la Compañía solo, por lo que Chaminade concentró su energía en la formación específica, permanente y cuidada de profesores seglares que ayudasen en la misión.

«La Compañía de María no enseña sino para educar cristianamente; por ello hemos incluido todas las obras de la enseñanza bajo el título de educación cristiana»
Sea cual sea la materia enseñada, los educadores «tendrán siempre presente que, si tienen a niños a quienes instruir, es para inspirarles el temor y amor de Dios, para preservarles y apartarles del vicio, para atraerles a la virtud y hacer de ellos buenos y fieles cristianos»
«Una lección cristiana en cada palabra, en cada gesto y en cada mirada»


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