Durante los años 2016 y 2017 conmemoramos el Bicentenario de las dos congregaciones religiosas nacidas en la Familia marianista. El 25 de mayo de 1816 fueron fundadas las “Hijas de María” por Adela de Trenquelléon, en la casa “El Refugio” de la ciudad francesa de Agen; y en 1817 se fundaría después la «Compañía de María» por el padre Guillermo José Chaminade. Te contamos cómo nació la vida consagrada marianista.
UN PROYECTO MISIONERO GÉNESIS DE LA FAMILIA MARIANISTA
Lo que hoy conocemos como Familia Marianista y su estilo misionero en la Iglesia, es el resultado de un complejo y original desarrollo histórico, fruto de la respuesta de fe a la Ilustración y a la Revolución francesa.
A la base de todo el proceso están nuestros fundadores, Guillermo José Chaminade y Adela de Trenquelléon. Cuando nace Adela, en el seno de una rama de los nobles Batz, y justo el año que estalla la Revolución (1789), Guillermo José ya ha hecho un largo camino, primero diez años en su pueblo natal de Perigueux y luego veinte años en el Colegio-Seminario menor de Mussidan. Pero ambos nacieron con un bagaje de formación cultural y cristiana muy grandes. Impresiona leer en sus textos lo que traen de la familia, de su cimiento de fe. Y para Chaminade, concretamente la etapa de Mussidan fue crucial para afianzar su sentido sacerdotal unido una “regla de consagrado”, a una apuesta de trabajo educativo y de gestión, y sobre todo a un sentido de misión eclesial. Si Guillermo José vive todavía de alumno y de sacerdote joven, un clima social y eclesial tranquilo, en cambio, el carácter y la fe de Adela, se fraguan en medio de la gran tormenta y el cisma eclesial de Francia. Pero lo que más llama la atención es cómo su mundo familiar y su apuesta de compromiso de fe, los está capacitando para el nuevo proyecto que surgirá… Adela contempla cómo su familia está abierta a los más pobres de la región y así nace en ella un deseo de vivir la fe “en salida” misionera.
TESTIGOS DE LA FE EN LA REVOLUCIÓN (1789-1800)
Mucha gente, familias, jóvenes de toda condición y profesión, sacerdotes diocesanos, nuevos consagrados, se están jugando la vida en medio de los años de terror y la persecución. La transformación social, cultural y espiritual que provoca la Revolución va a suponer un cambio en las conciencias y en la nueva escucha de Dios. La Constitución civil del clero y las leyes supresoras del la Vida consagrada en Francia, actúan como un terremoto religioso y eclesial. En ese clima terrible pero purificador, viven Adela y Guillermo José. Ella con la familia ya partida, a causa del exilio del padre, y Chaminade que ha tenido que abandonar Mussidan, porque los tres hermanos se han opuesto a la nueva Constitución del clero. Adela todavía es una niña, pero siente el valor de la fe. Él vive en Burdeos, a donde se ha trasladado con su padres, comprando para ellos la casa de “San Lorenzo”. Los dos años del “terror” y la guillotina (1793-94) conmocionan la ciudad y él se pone a disposición del clero resistente. Entonces empieza a conocer, en medio de la misión de catacumbas y de reuniones clandestinas con sus compañeros sacerdotes, a muchas mujeres y hombres que serán los artífices de la nueva iglesia misionera.
EL EXILIO, MADURACIÓN DE UNA NUEVA MANERA DE CONSAGRARSE Y EVANGELIZAR.
Llega el periodo de tres años (1797-1800), en el que bien por su condición religiosa o social, sufren años el destierro. Adela con su madre y hermano, en un largo camino por España hasta instalarse en Braganza (Portugal). Chaminade en Zaragoza, donde ejerce su sacerdocio entre los emigrados, discierne y dialoga sobre el futuro misionero en Francia y ora diariamente ante el Pilar de la fe, donde María le muestra a Jesús. Ella a la vuelta a Francia, en San Sebastián, donde hace la primera comunión, pide ingresar en el Carmelo descalzo. La vocación a la Vida consagrada, que formará parte del Proyecto misionero, aparece ya en forma contemplativa y renovada. La misión tiene ya dos grandes cimientos: los fundadores han recorrido un largo camino en el que han comprometido su fe. Y muchos están preparados para caminar con ellos en Francia, cuando regresen. Está naciendo una nueva manera de consagración, de visión eclesial, de evangelización. Y atención, porque será un Proyecto eclesial integrador, que se entenderá como Pueblo de Dios en comunión. Allí estarán todos. Y El Laicado seglar, mujeres y varones, jóvenes y adultos, como gran motor misionero.
EL MOVIMIENTO SEGLAR, PRIMERA Y GRAN CREACIÓN MISIONERA (BURDEOS. 1800)
Chaminade, pide a Roma, y se le concede, el ejercer como “misionero apostólico”, tarea sacerdotal en toda Francia, sin ligarse a una parroquia cualquiera de Burdeos. Ello da la clave del nuevo estilo misionero. Siente que ha llegado una época de “Iglesia en misión”. No una pastoral de conservación o mantenimiento de lo que hay, sino una Iglesia en salida hacia todos, especialmente a los no creyentes, los más abandonados, y los más comprometidos. Recién llegado Chaminade de Zaragoza, nace la primera fundación: la “Congregación seglar de la Inmaculada”. El “oratorio” de la calle Arnaud Miqueu es la cuna de esta obra. En él, entre el día de la Inmaculada de 1800 y el 2 de febrero de 1801, se ponen las bases del movimiento: los doce primeros jóvenes se comprometen allí a la misión eclesial con una Consagración en Alianza con María. En los meses siguientes surgen las jóvenes congregantes misioneras. E inmediatamente las ramas de adultos. Los “oratorios” eran casas particulares que servían de lugar de reuniones y culto en la Revolución, y ahora son las nuevas sedes de misión, al servicio de la Iglesia diocesana. Es un nuevo estilo. Las parroquias en Burdeos o están desacralizados o derruidos sus templos o sufren un abandono casi masivo de fieles. Se necesita partir casi de cero. Y se van a necesitar Comunidades misioneras. Como en la primitiva comunidad de Jerusalen. Los compromisos y actividades son numerosos, de tipo asistencial (enfermos, presos, marginados), formativo (escuelas, alfabetización) de acogida (emigrantes), junto a las tareas catequética y sacramentales en las parroquias.
La Magdalena, una capilla en el corazón de Burdeos. En 1804 Chaminade compra esta capilla, desacralizada por la Revolución, y junto con su casa, antiguo convento, la convierte en el gran Oratorio de la Congregación de la Inmaculada. En ella se desarrollan tanto sus celebraciones, como las reuniones y programación de acciones misioneras en la ciudad. Una de las iniciativas más novedosas la constituye la conferencia-debate, abiertos al público, sobre temas de actualidad social y religiosa. La Magdalena, que todavía hoy en 2016 es un lugar emblemático de la ciudad de Burdeos, se ha convertido en el corazón de la misión.
LA CONGREGACIÓN GENERA NUEVOS PROYECTOS DE CONSAGRACIÓN (EL “ESTADO”, LAS FM Y LA SM. 1809- 1817)
Al mismo tiempo que Chaminade ha puesto en marcha la Congregación de la Inmaculada, Adela ha hecho nacer una Asociación de oración y misión en la zona de Agen. Gracias a un encuentro de su madre con un congregante de Burdeos, comienza una relación entre ellos que hace confluir ambos proyectos. Adela apuesta por la Congregación y se convierte en gran impulsora a la vez que en testigo de las nuevas formas de consagración. Porque de ella están naciendo nuevas vocaciones a la vida consagrada y al seminario diocesano.
En 1809 Napoleón, en la etapa final de su carrera imperial, se siente acosado y suprime todas las congregaciones y movimientos religiosos en Francia. Entonces, Chaminade, da un giro atrevido a su obra: seguir operando en secreto y con congregantes muy comprometidos que animen a la propia Congregación seglar, en estado de clandestinidad. Ha nacido el “Estado”, grupo escondido en el centro del movimiento, para ser fermento en medio de la sociedad. Es como un anuncio de lo que un siglo más tarde serán los Institutos seculares.
En 1816 Adela con un grupo de amigas congregantes deciden iniciar en Agen una comunidad religiosa. Al año siguiente (1817), un congregante de Burdeos, Juan Bautista Lalanne con otros 6 jóvenes, toman la misma decisión.
Cuando la gran coalición europea derrota al emperador y se establece un nuevo equilibrio político (Congreso de Viena 1815), la Congregación vuelve a resurgir. La Restauración inaugura un nuevo régimen que favorecerá la expansión definitiva de las fundaciones de Chaminade y de Adela. La Congregación se convierte ya en una misión permanente en Burdeos, y la Aquitania. Y en ese momento van a surgir la segunda y tercera fundación marianista: en 1816 Adela con un grupo de amigas congregantes deciden iniciar en Agen una comunidad religiosa. Al año siguiente (1817), un congregante de Burdeos, Juan Bautista Lalanne con otros 6 jóvenes, toman la misma decisión. Han nacido las Hijas de María y la Compañía de María: primera forma de Vida Consagrada en el carisma marianista y al servicio del Proyecto misionero.
El Proyecto misionero actual tiene este origen. En él seguimos encontrando la originalidad y acentos que nos configuran como Familia en la Iglesia: testigos de la fe, con el modelo de la madre de Jesús y madre de nuestra fe, como impulso misionero en medio de la sociedad actual, con un estilo integrador de seglares, religiosos y sacerdotes, mujeres y hombres, con impronta formadora, en diálogo entre fe y cultura y alegría evangelizadora.
Artículo publicado en Ágora Marianista