MAYO, MES DE ACOGIDA
El mes de mayo es un momento importante para la vida del colegio, es el mes en el que tiene lugar el proceso para la admisión de nuevos alumnos. Es un momento de alegría y de felicidad, porque se nos da la oportunidad de acompañar a más personas durante un importante trayecto de su vida, con el fin de ayudarles, en colaboración estrecha con sus familias, para que lleguen a ser lo que están llamados a ser; personas felices, bien preparadas, conscientes de la realidad, amantes de la vida y capaces de echar una mano a los demás.
La educación que el colegio del Pilar ofrece a la sociedad valenciana, no es una mera instrucción o formación para el trabajo, sino la formación completa, integral, de la persona. Lo que diferencia nuestra oferta de otros tipos de educación, es lo que entendemos por persona, lo que es y lo que está llamada a ser. No hay educación «neutra» porque esta siempre está al servicio de una determinada «visión» de la persona y de su sentido (antropología). En algunos “tipos de educación” esta antropología no se explicita, pero, parafraseando el dicho gallego, “… haberlas, haylas.”
No es nuestro caso. Creemos que explicar la antropología que inspira la educación que le damos a nuestros alumnos, es dar luz, claridad, y servir al ejercicio del derecho que tienen las familias a elegir la educación que consideran más conveniente para sus hijos, dentro de una sociedad plural y democrática.
La educación que nosotros proponemos es cristiana, porque creemos que Jesús no solo nos reveló con su vida “las cosas divinas” sino, también, la plenitud del ser humano. En el Evangelio está la clave referencial de nuestra acción educativa.
Para los cristianos este es el mes dedicado a María, la madre de Jesús, su «primera educadora» y su «educadora primera». La pedagogía marianista está plagada de principios antropológicos que se deducen de la vida de María; la veneración y el respeto por la persona del alumno, la mirada compasiva y esperanzada dispensada a cada uno de ellos, el acompañamiento personal por el camino de la vida en busca de la verdad, desde la escucha y el diálogo, respetando su dignidad y su libertad, el espíritu de familia, la autoridad entendida y vivida como servicio, etcétera.
Ojalá seamos cada vez más fieles a los principios pedagógicos que ella nos inspira.
— Alfredo Martínez.
Director del colegio